VESTIDO Y VAQUEROS

Hay ciertas tendencias que, a pesar de llevar ya algunas temporadas con nosotras, hoy siguen dando que hablar, y eso es buena señal. Lejos de ser la última revelación (en 2016 saltó a la palestra del street style), la pareja que hacen el vestido largo y los jeans ya se ha consolidado como una de las más estables del mundillo ‘fashion’. ¿Qué por qué funcionan tan bien? Puede que hayamos dado con la clave. La atracción estética salta a la vista. El contraste de la personalidad tosca de un bajo vaquero que asoma entre tejidos fluidos, más o menos refinados, es pura química. Si ya nos gustaban por separado, ahora no hay quien nos separe de este mix ejemplar. Haznos caso, la conexión es brutal…

Comparamos versiones y detectamos una variación con respecto a lo que veíamos por las calles en 2016. El largo ahora es maxi. Mientras que hace dos años se llevaban los híbridos entre camisa y vestido que, generalmente, no bajaban más allá de la rodilla, en 2018 no hay incertidumbre que valga. Para nuestros estilismos de jeans + vestido, buscamos largos muy largos.

Nos encantan, pero el desparpajo flamenco de los lunares impone a la hora de tratar de emparejarles. Su presencia es inmensa y no es raro que terminen monopolizando la conversación (de estilo). Pero, por fin, hemos dado con un match que funciona. El estampado del momento convive sin rifirrafes con accesorios de prints inesperados. ¿El mediador idóneo? Unos vaqueros añil híper pitillo.

Cuando te enamoras, te enamoras y punto. A nosotras nos ha pasado no hace mucho. El flechazo con la reinterpretación romántica del estilo ’cowgirl’ fue instantáneo y, en cuanto podemos, aireamos nuestro idilio de primavera. Esta vez ha sido en forma de vestido con estampado floral, vaqueros de bajos deshilachados, botines blancos y bolso de espíritu ecuestre.

No es lo que parece. Que ni el bajo asimétrico, ni los cut-outs, ni siquiera el acabado satinado de este vestido en verde Formentera te engañen. Su exclusividad con eventos arregladísimos se ha terminado. Estamos ante una relación completamente abierta en la que los jeans y complementos minimal le acompañan a planes de afterwork, e incluso meetings, sin necesidad de esconderse.